lunes, febrero 06, 2012

Partes Inexactas de un Anhelo Descontrolado

Se concentran la intención y la desgana,
hacedoras de descargas incesantes
de todo lo que no quiero ser,
de todo cuanto ahora soy.
Transitan los momentos sin dirección,
oscilantes, suspendidos sobre una realidad
brutalmente inverosímil.

Despierta la vida sin advertir la ausencia despreciable
del sosiego innato que por siempre reinó en mí.
Veo cambiar los rostros, los veo mutar en cientos de formas
que nunca conozco con precisión; y una y otra vez,
cambian las estrellas, tenazmente.

Soy como el lago indistinto a las estaciones.
Se desprenden de mí los mismos deseos de mi niñez
y los persigo audaz, para abrigarlos una vez más.

Soy los pétalos de la orquídea que se niegan a perder su color.
Soy el búfalo amenazante que nunca es débil en posición de batalla,
pero que arrulla a los suyos con el brillo más tierno de su corazón.

Soy el canto desesperado de una guitarra vieja.
El tiempo me corroe, pero incluso así soy mejor.

Soy una ola que no nació, solo para no hacerte daño.
Quiero llevarte conmigo,
pero permito que te alcance el tiempo
para que puedas huir.

Soy todo lo que no soy, para ser irreconocible.
Soy torpe pero dedicado.

El eclipse comienza elegante.

La verdad siempre fue mi bandera.
Escribo los destellos ineludibles
de una razón más que justa,
de un temor natural que jamás se irá.
Pero, logro andar; puedo soñar y vivir por eso,
hasta volver a sentir paciencia
y esbozar mi propio despertar.

No quiero perder mis pasos en un espacio precario,
donde la luna no arropa mis sentidos.
Quiero legar mis locuras y mis desamores.
Que me dé el tiempo, la dicha de volver la vista
y saber que nada fue en vano.

Regresarán las horas que me recuerdan
la incandescencia de tantas miradas.
Y estoy seguro de que siempre
volveré a sonreír…

Johnny Hoyer.

Dimensión

Ha llegado la mañana con sus ruidos.
Mis ojos no se rinden aún;
quieren estar seguros de que no es verdad.
Ha llegado la mañana cargada de recuerdos
que aún no existen.

Y la locura siempre será mi amante nocturna e invisible.
A su lado seguiré encerrando palabras que no quiero pronunciar.
Caminarán las horas llevándome a donde ya no poseas a mi corazón.

Esos ruidos que me aprisionan en ésta dimensión
en la que no quiero estar…en la que tú no estas,
vierten realidades ajenas a lo que anhelo;
sellan el único camino
que me queda para escapar…

Esos recuerdos que todavía no vivo
son la sangre que me da fuerzas,
son extractos del tiempo que busco
con vehemencia tocar.
Son la única versión que tengo de ti.

Y así viven y reviven las ganas de tenerte.
Las calles están vacías sin tus pasos.
La lluvia con su pasión profesa una nostalgia que ya antes he vivido.

Pero, llegó la mañana y con ella
se desvanece tu imagen
aunque se vuelva más fuerte.
En ella intento arrancar cualquier sensación
que me haga débil ante ti;
que me haga vulnerable a tu voz exacta.
Es por eso que adoro y aborrezco las mañanas.

Pero, ya llegará la noche
donde vuelves a ser todo cuanto quiero;
donde te conviertes en la senda
que he debido tomar hace mucho.
Cuando el resto de las cosas pierden claridad,
Porque sólo quiero ver tu luz.
La noche que te hace maravilla por descubrir
y nombre para Amar…

Quédate!

Johnny Hoyer.

"Humo y Niebla"

Pasó el ruiseñor elegante, maravilloso,
Ardiendo en indecencia, éste mediodía infértil.
Anduvo el audaz gato tras sus alas cortas,
Hora tras hora, queriendo devorarle, jugar a matarlo.

La brisa sencilla arropa mis sentidos lentamente,
Me descubre perdido, en otro tiempo,
Deseando también matar un recuerdo que vuela incesante.
Me encuentra queriendo otras noches, otras lágrimas.

Así, despierto en un sobresalto cargado de pensamientos,
Admiro las calles y su gente multicolor,
Respirando fuerte bajo el sol austral implacable,
Corriendo en direcciones contrarias que los llevarán al mismo lugar.

Y pienso; como un arte innato, como un trabajo impuesto,
En todo lo que hemos andado, en todo cuanto puedo.
Y escucho, como una tortura, como un estigma,
El llanto latente en todas esas caras, esperando la soledad.

No escondamos el dolor, mostremoslo a todos.
Es la única forma de convertirlo en equipaje.
Los encuentros casuales desnudan las razones,
Grandes avenidas son laberintos con cientos de salidas.

¡Velos pasar desde la ventanilla del automóvil!
Muchas esperanzas, respuestas interminables.
El azar es un acto humano que siempre acierta.
La lluvia me lleva más allá del pasado.

Aún siento; el smog de la ciudad no se deja aplacar.
Se retraen las vidas en constante desaliento.
¡Cómo anhelo! Las risas de los niños nos salvan de todo
Y aún así, no quiero encontrarte.

Johnny Hoyer.

jueves, noviembre 11, 2010

“Adagio Sórdido”

Amaría verte partir, Dolor que meces ésta noche brumosa
en tus peñascos retorcidos de olvido.
Las anclas del viejo navío yacen abstraídas en tu fondo de penumbra,
listas para convertirse en nada.
Desearía quitarte mi corazón de las manos,
vehemente querubín agridulce.
Rezas mi sufrimiento en cada sombra que come de ti.

¡Y a mis restos te invito!
Ve delante de ti el fruto de tu sucio desvelo.
Apaga la llama que arde en el amplio salón.
¡Debo estar ya muy lejos para sentirla!

Colmaría de emoción a mis amaneceres
descubrirte desterrado, bramido penoso,
altar lastimero de mis últimos deseos de amar.
Consagraría a cualquier pagano
si te alejase de mí.
Llueve la pena éste cielo sin luna,
Funesta es la contrariedad de ansiar tu abrazo
y orar por tu adiós.

¡A mi espera te encaminas, indebido culto!
Persigues intemperante a la insultante naturaleza.
Leves destellos ensucian la obscuridad de tu rostro…
Volví al percibir tu golpe apacible, vagante e impreciso.

La péndola consume la tinta que el papel devorará…
Esto es todo cuanto me queda.
¡Ay de mis días sin mis letras!
Despierto y regreso a la morada del infortunio.

Su trono florece sobre el mundo
y he olvidado el Pentecostés
para invadir un sueño que no se cumplirá.
Dejo el cenáculo y a sus trece,
Levantando la mirada al Este,
A donde llegaré algún día
sin ti, dolor.

In fletu solatium.
Amen. Alleluia.

Johnny Hoyer.

miércoles, noviembre 10, 2010

"Intervalo"

Aún en la intranquila frontera desespera la razón.
Tuyos son los caminos que llevan a la cordillera olvidada,
Paciente el rio que por sus montañas agridulces,
Me sume en vívido llanto.

Llama la canción a la voz que la grita,

Perla esbelta que tiembla en tu lecho,
Y sacude al rocío el sobresalto del trueno,
Que nunca es amable.

Tormenta venidera que no podrá agitar más mi desenfreno,

Se escurre por el alto cauce de una quebrada severa,
Asciende traidora la meca de la tristeza y se postra halagüeña
Sobre las hojas agrietadas, esparcidas en mi tempestad.

Voy cegando remembranzas con el paso de la ira,

Y me cubre momentánea la lucidez de ayer,
Para no volver otra vez.
Herbaje desmayado atesora mi dolor inconsolable,
Nutriendo de indistintas presencias, la mía,
Lóbrega y taciturna.

Vuelvo reverdecido de aquella bahía tenebrosa,

Caudal indetenible del desaliento,
Y ésta vez, tú me haces libre de ti,
Me despides sin elogios,
Me vuelves la espalda sin recelos.
Y ésta vez, yo te dejo ir,
Te veo partir por el sendero ancestral
De ésta tierra que te desconoce.

Alguna vez fuiste amor y victoria,

Sabana valiente que abrazaba mis arboles.
Hoy eres viento triste,
Lejos está el vendaval que mecía el ímpetu de tu ánimo.

Somos cordillera olvidada en vívido llanto.


Johnny Hoyer.

"Percepción"

Me toca el cielo y el pecado,
pilares temerarios de la vida y la muerte
en ésta mañana que no conozco,
y el velo de la desolación aún cae imponente
sobre mi deseo de encontrarte.
De encontrar un alma tan fuerte
que se sobreponga a la mía.
De encontrar un alma tan dulce
que haga dulce a la mía.

¿No pasarás por mí?

¿No tomarás mi mano para escapar?
No soy yo.

Delante de mí, el ocaso que hace débil a mi destino,

no quiere descansar; y me aparta de tu camino
que es una ilusión teñida de realidad.
Pareces tan distante que es imposible volver a llorar.
No ésta vez.
Eres millones de colores que me hacen mal.
Rompes mi presencia sin saber que existo,
deseas a otros porque no te alcanza el tiempo
Para detenerte en mí.

Pero mi habitación sigue vacía de futuros.

Sabor a ardor, como brillas tú, incandescente
para que nadie se acerque.
Con miedo si alguien te toca.

Revivo mi euforia ávida de tu piel,

es frenética pero inofensiva si se trata de tus ojos,
que han sabido dar aire a mi asombro,
cada vez que te siento como miel.

Pero mi voluntad sigue vacía de luces.

Por mi estrella quiero tenerte.
Quiero seguir enamorado de ti,
enigma que jamás me abandona…

¿Quién eres?


Johnny Hoyer

“Pandæmonium”


El declive repugnante en el que desaparezco
Abre heridas en mi corazón que no poseo
Dulce delirar que es oro escupido por tus amares
Ventana abrazada por fieles perjurios.

Descanso sediento en parajes ilusorios

Donde beso el color de tu voz
Lanceros que me apresan desconcertados
Son las coplas de mi insana despedida.

¿Y qué cielo bravío me llevan a recorrer?

¿Dónde se ampara la esperanza que viene por mí?
Tierra que hierves, no toques mi rostro
Fijó su tumba el sol que no me deja escapar.

Inmortales liebres nocturnas han sido

Encantadoras brujas que retienen mi ensueño
Por horas amargas lutos ancestrales llueven
Siguiendo a los arlequines que empaparon mi condena
En sus trampolines de flores ardientes.

Juraron los vientos no cercar mi celda

Lagos que duermen sobre las ansias montañosas
De quien sostiene las cadenas que me permiten ser libre.

Lloran los manantiales de ésta sombra que me traga

Hazte justo que mi futuro espera incurable
Ayes me oprimen contra la angustia sincera de
Desear lo que no existe…

Tú, corre en libertad

No quiero verte en éste bosque perdido
Navega los horizontes que abrigan fronteras lejanas
Habitaré siempre tu pasión
Aunque no mire directo a tus ojos.

Por días que no llegaron jamás

Asesiné a la razón…

Johnny Hoyer